He de confesar
que el consejo del cual ahora escribo, es algo que a mí me hubiera gustado
hacer más en mis tiempos de universitario, pero que lo hice mucho en mis
tiempos de adolescente.
Les cuento:
cuando yo tenía 14 años, por azahares del destino fui invitado a un grupo
juvenil (de esos de Iglesia), y, después de algún tiempo, fui adquiriendo más
responsabilidades ahí y no sólo ahí, ya que me invitaban a participar en
actividades de otros grupos.
Para no hacerles
el cuento largo, y como lo escribí al principio, en ese tiempo viajé mucho
debido a que era común que me invitaran a reuniones dentro de los municipios de
Nayarit, e incluso a otros estados (incluso viajé a Ecuador a tomar un curso de
un mes para capacitar a los jóvenes de diferentes grupos).
Total: yo
disfrutaba esos viajes, el simple hecho de ir en carretera (la mayoría de los
viajes los hacía en autobús o en coche) era una experiencia que me relajaba, no
importaba lo que tardara en llegar (alguna vez en un viaje hicimos aproximadamente
28 horas para llegar a nuestro destino), era relajante.
Los viajes,
además de lo obvio que es conocer nuevos lugares, me permitieron conocer a muchas
personas con las que sigo estando en contacto (bendito Facebook).
Debido al tipo de
ambiente en el que realizaba mis viajes, era común que me hospedara en casas de
personas que vivían en ese lugar, lo que me ayudó a conocer de manera más
cercana las costumbres y las comidas que se acostumbraban en esos lugares, así
descubrí el chocolate “Costanzo” de San Luis Potosí (delicioso), el queso de
tuna también de SLP (no tan delicioso), el pozol en Tabasco (tampoco me gustó
mucho), el ceviche de Pejelagarto, los tacos de la estación en Tuxpan, Jalisco,
la yuca frita en Ecuador, la yerba mate (que la probé en Ecuador, pero que la
llevaba un Argentino) y un gran etcétera.
Entonces mi
consejo es: Viajen. A donde sea, con quién sea (si es con amigos mucho mejor),
prueben las comidas, recorran los lugares caminando si es posible, platiquen
con las personas, si se van a hospedar con alguien que conozcan llévenle un
recuerdo, investiguen antes de viajar que sitios de ese destino deben conocer y
vayan palomeando la lista…
Viajar nos
renueva, nos ilustra y nos ayuda a tener historias que contar en el futuro (como,
por ejemplo, cuando viajé a Villahermosa, una señora nos preguntó a mí y a un
amigo que si en Nayarit había caballos y si conocíamos los frijoles, como si
fuéramos de otra parte del mundo).
En fin, si
llegaste hasta aquí te agradezco por tu tiempo y espero que te haya gustado el
consejo de este martes. Si no has viajado mucho no hay problema, siempre hay
tiempo y cada día se abren nuevas vías de acceso a diferentes lugares lo que
hace que podamos llegar más rápido.
Si te gustó este
post puedes dejar un comentario aquí abajo diciendo cuál ha sido el lugar al
que has viajado que más te ha gustado y por qué; también puedes comentar de qué
te gustaría que se tratara la próxima publicación para ponerme a trabajar en
ella.
¡Saludos y muchas
gracias por pasar!
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